Así que sí, debe usted aceptar la derrota. Ellos tienen razón y nosotros nos equivocamos. Ellos son quienes prefieren una nariz moderada, quienes encumbran por su sex appeal a los hombres chatos; hacen bien y no incurren en ningún sinsentido. Nosotros somos quienes todavía encontramos en la nariz grande un cierto erotismo y nos decimos que es fundado; no lo es, punto pelota, y ya está. Consuélese pensando que estos aciertos y desaciertos los son solamente en sentido biológico. Y, mire, entre usted y yo: ande o no ande, caballo grande.
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