Después de la reina Isabel II, la actriz Elizabeth Taylor poseía la colección privada de joyas más importante del mundo. Su pasión por los diamantes, las esmeraldas, los rubíes y las perlas fue tan desmesurada como su afición por pasar por la vicaría. Una de las alhajas más espectaculares fue el diamante Krupp de 33,19 quilates que perteneció a Vera Krupp, esposa del industrial Alfried Krupp, un fiel aliado de Hitler a quien ofreció la producción de sus fábricas de acero.
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