El centeno, tan cultivado en los campos españoles hasta hace muy pocos años, proporcionaba a los campesinos dos materias primas principales: el grano para la elaboración del pan, y la paja que se utilizaba en la fabricación de diferentes objetos de uso cotidiano. Uno de los complementos en las tareas del campo ha sido la gorra para protegerse del sol. En 1999, en la localidad salmantina de Robleda, estas gorras adquirieron personalidad propia en las manos de María Calvo. Monesma documentales
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