El sexo pone activos todos los órganos del cuerpo, incluidos los ojos, que no solo sirven para ver a la pareja y coquetar, sino como fetiches eróticos. A la atracción sexual hacia los ojos ajenos se le llama de muchas maneras: oculolinctus, oculofilia e incluso oculolingus. Consiste básicamente en el disfrute de lamer, tocar y a veces intentar penetrar la zona ocular o eyacular en ellos.
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