Un hombre culto, huérfano desde los tres años, de ahí, que su abuelo se ocupara de su educación contratando a los profesores italianos, Bernardo Gentile y Severo Marini. Dominaba el latín, hablaba italiano, francés, inglés y alemán, buena cuenta de ello eran su presencia en los principales eventos internaciones. Ocupó los cargos de representación que sus reyes le pidieron, desde gobernador en Milán a Virrey en Nápoles, sin olvidar su paso por los sublevados Países Bajos en calidad de gobernador.
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