«Pretender que el sexo, la sexualidad y el color de la piel no significan nada sería ridículo. Pero pretender que lo son todo sería nefasto». Con esta afirmación termina el periodista Douglas Murray (Reino Unido, 1979) su ensayo ‘La masa enfurecida. Cómo las políticas de identidad llevaron al mundo a la locura‘, en el que explora cómo el fanatismo y los dogmas también hoy se disfrazan de buenas causas.
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