¿Tiene que haber personajes malvados en la literatura infantil? ¿Es bueno que el público infantil lea o escuche obras donde hay adversarios que plantean dificultades al protagonista? Son preguntas que probablemente nos hemos planteado más de una vez y para las que parece que el mercado y los mecanismos de canonización (premios y recomendaciones) tienen una respuesta clara: no.
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