En 2010, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) inició un ambicioso e influyente estudio sobre los riesgos que la fractura hidráulica (o fracking) entraña para al abastecimiento de agua. el estudio de la EPA ha sido moldeado y vuelto a moldear por la propia industria que es el objeto de investigación. Así lo desvela un informe de DeSmog, de más de 3.000 páginas. La EPA terminó por excluir de la investigación la medición de los niveles de contaminación antes y después de las operaciones de fracking en dos pozos nuevos.
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