La propaganda franquista intentaba establecer un paralelismo -primero con Hitler, y más tarde con Eisenhower- y presentar a Franco como un artista aficionado al dibujo, la pintura y la arquitectura. Tenía a su lado al arquitecto Pedro Muguruza, un virtuoso. Vasco, conservador y franquista.“una arquitectura monumentalista, anticuada, inculta, impúdicamente consciente de un dirigismo hacia los modelos fascistas y nazis, disfrazados de herrerismos insanos”.
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