Las posibilidades ilimitadas de la búsqueda del amor, en la era digital, están provocando el enfriamiento y la racionalización de la pasión. Eros perece en la comparación ilimitada y sin fin de egos digitales, fríos y simétricos. La asimetría del otro, el átopos de Sócrates, aquello que nos hace únicos, es cada vez menor.
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