A principios de enero de 2020 se atribuyó a un nuevo coronavirus una serie de síntomas. La lista incluía fiebre, tos, dolor muscular y de cabeza y, en algunos casos, pérdida de gusto, olfato y cuadros respiratorios graves. Esta característica le valió la denominación de SARS-CoV-2. No es la primera vez que miembros de esta familia generan problemas respiratorios: ya ocurrió con el SARS-CoV en 2003 y con el MERS-CoV en 2012.
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