En los últimos siglos se han sucedido profundos cambios en nuestra dieta. El acceso generalizado a productos poco saludables, pero baratos y muy apetecibles, además de una publicidad agresiva que condiciona fuertemente las normas sociales, nos ha llevado a un consumo excesivo de alimentos con un alto valor energético pero pocos nutrientes. Esto se ha asociado no solamente con una mayor prevalencia de obesidad y enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación, sino también con efectos perjudiciales para los recursos naturales.
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