Todavía se arquean cejas ante la idea de que las gallinas puedan tener experiencias afectivas. Sin embargo, los datos empíricos nos alejan de la posibilidad de que estas aves estén desprovistas de capacidad emocional. Hoy disponemos de evidencias convincentes acerca del dolor, el miedo y otros procesos más complejos como el contagio emocional en gallinas. Una sociedad que aspire a ser más justa y empática no debería ignorar las implicaciones éticas y políticas que se desprenden de las evidencias científicas acerca de la sintiencia animal.
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