Guardar secretos puede ser una tarea dura y, además, perjudicial para la salud. Cada vez más estudios sociológicos y psicológicos lo reafirman. ¿Y qué sabemos a nivel neurológico? Nuestro cerebro también se resiente. ¿Qué le pasa a nuestro cerebro, y a nuestro cuerpo, cuando guardamos un secreto? Hay que diferenciar lo secreto de lo privado. El hecho de que una persona solicite que algo se mantenga en su ámbito privado no afecta de la misma manera, ni genera el estrés asociado a los secretos.
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