En defensa de mi padre, me había ofrecido una opción. Podía "quedarme y ser parte de la familia" si (y solo si) aceptaba las siguientes condiciones: 1) pagarme un terapeuta una vez a la semana, 2) ir a misa todos los miércoles y dos veces los domingos, 3) salir con una chica de la iglesia que aprobara mi padre, 4) nunca juntarme con una personas de la "tendencia homosexual" y 5) por lo tanto hacerme "heterosexual".
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