Cuando los nazis intentaron recobrar todas las campanas de las iglesias francesas para reutilizar el metal, el gobierno de Vichy decidió ceder antes las estatuas. Más de 17 mil piezas desaparecieron, tanto conmemorativas como decorativas. Sólo las estatuas de “indiscutibles glorias nacionales” permanecieron de pie, Juana de Arco, Enrique IV, Louis XIV y Napoleón Bonaparte. Otros como Voltaire, Rousseau, Condorcet, Marat, Victor Hugo o Zolá fueron llevados a la fundición.
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