Hasta ahora se daba por hecho que tras un infarto, el corazón registraba una reacción edematosa (un aumento del contenido de células inflamatorias y de agua), una alteración que permanecía estable durante al menos una semana y que después iba desapareciendo lentamente. El equipo del CNIC, liderado por los cardiólogos, ha demostrado que el corazón sufre dos reacciones edematosas muy bien diferenciadas y separadas en el tiempo.
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