Murillo fue el protagonista de una de las leyendas que engrosan nuestra rica tradición oral. Hay quien dice que una vez, estando paseando por los alrededores de la majestuosa Catedral o cerca del Puerto de Sevilla (que aunque pueda sonar un poco raro, existió y sigue existiendo, al sur de la hermosa ciudad), se le acercó una gitana que se aventuró a leerle su destino. Acto seguido, le miró a los ojos y le animó a no acudir a ninguna boda, pues en una de ellas estaría su desdichado final. Dicen que era supersticioso y temía la profecía.
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