Mientras que cualquiera de los "social-justice-warriors" reniega de la censura estatal, aceptan de buen grado las acciones disciplinarias de una compañía hacia sus empleados porque consideran que una empresa privada debe proteger su producto. Una aterrante mezcla de lapidación y neoliberalismo, algo que tiene que ver mucho con todo esto. La cultura de la cancelación es un arma masiva equivalente al comentario que el usuario de una app de plataforma pone al repartidor que llega tarde, salvo que con una coartada moral. No somos ciudadanos, somos
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