Su fama como predicador y guía espiritual se propagó rápidamente por toda la ciudad y había llegado a oídos de la reina Isabel, quien lo eligió como su confesor sin vacilar en torno al año 1475. Se dice que en su primera confesión con él, Hernando de Talavera ordenó a la reina que se pusiera de rodillas, un hecho que dejó una impresión muy favorable en ella. De esta manera, el célebre fraile pasó a ser una de las personas más influyentes de España. Fray Hernando también fue designado como visitador general dentro de su Orden (...)
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