Tiempos de la Segunda Guerra Mundial. El planeta dividido en dos bandos y los ejércitos devorando los combustibles fósiles en la batalla. Ante la escasez de la gasolina, los usuarios particulares tenían que ingeniárselas para poder utilizar los vehículos y como de la necesidad nace el ingenio, comenzaron a popularizarse los llamados «coches a leña«. No eran una solución elegante ni plenamente respetuosa con el medio ambiente, pero su eficacia era sorprendente y su autonomía parecida a la de los actuales vehículos eléctricos.
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