El deporte rural vasco o Herri Kirolak desde hace décadas busca su lugar en una sociedad cada vez más alejada del mundo agrario. A medio camino entre el deporte, el folklore y la tradición, caricaturizado demasiadas veces en el tópico del forzudo levantador de piedras, ignorado respecto a los deportes vascos mayoritarios, -la pelota o el remo-, y perseguido por una leyenda negra relacionada con las apuestas, mucha gente perdía ahorros, ganados y hasta haciendas. De cara a futuro, un reto pendiente que no se ha resuelto: la profesionalización.
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