Hoy tienen en lugar en toda España manifestaciones contra “las violencias machistas” en repulsa por un fenómeno que sigue incólume al paso del tiempo y al presunto progreso de la Humanidad. Pero hace no tanto, “zurrar a la parienta”, como se decía con salvaje naturalidad entonces, no sólo no era un acto reprobable, sino que formaba parte de la cotidianeidad de los españoles, tanto que era motivo de burla para humoristas de trazo grueso, cantantes con la sensibilidad del escroto de un rinoceronte e incluso inspiración para “ingeniosos” anuncios.
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