La España franquista también quiso la gran bomba y trabajó a espaldas de la comunidad internacional para conseguirla hasta el último suspiro de la dictadura militar. Trabajó en ello en secreto, de manera intermitente… y sin éxito. A lo que sí supo engancharse España fue a la otra alma del uranio, la de su uso civil para la generación de energía eléctrica. Y en ese empeño el fervor de la dictadura, y de las compañías eléctricas del momento, fue tal que el país llegó a tener el programa nuclear más ambicioso de la Europa Occidental.
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