No puedo con Jorge Cremades y su humor. Más allá de otras consideraciones ideológicas, me parece infantil, simplón y menos elaborado que las reglas del juego de las canicas. Por eso yo nunca iría a verlo en directo. Dicho esto, tan legítimos son los chistes de Cremades como las protestas. Pero una cosa son las protestas y otra impedir que haya gente que lo vea si quiere verlo. Y eso es lo que pasó en Barcelona el 9 de Junio.
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