Aquí va una paradoja: la consolidación de la literatura de terror a finales del siglo XIX tuvo como finalidad conseguir que los cuentos y novelas de terror no nos dieran miedo. En este sentido, la literatura de terror es lo contrario a las historias del folclore y la religión que se encuentran en su base. Muchas de aquellas historias atávicas usaban el miedo para inculcar preceptos o prohibiciones. Para generar ansiedades morales. Y eran terroríficas de verdad. Nuestros antepasados debían de cagarse literalmente en los pantalones cuando las oí
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