Hay muchos países en los que se prohíbe cierto tipo de literatura. Hay muchos hogares, incluso en Europa, en los que hay libros que son culturalmente rechazados. Lugares en los que tipos inquisitivos leen con recelo, buscando qué pecados salpican las páginas, qué palabras vienen cargadas de ideas foráneas, qué tentaciones. Probablemente ajenos a que el ‘mal’ reside en sus ojos, solo en sus ojos.
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