El St. Louis Medical Review señala, año 1895, que esa ocupación «extremadamente poco elegante e indecorosa» podía provocar «inflamación ovárica, sangrado del riñón o el útero, desplazamiento y aborto». El Iowa State Register va más allá, afirmando que la bici lograba «suprimir o volver irregular y terriblemente dolorosa la menstruación, y quizá sembrar la semilla de futuras dolencias». Ese «quizá» es tranquilizador, al menos. Y The Cincinnati Lancet-Clinic se mostraba a favor del ciclismo, pero expresa dudas sobre el sillín, al que denomina, mu
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