Las olas de calor del final de la primavera y durante el verano durante dos años consecutivos, en 2018 y 2019 en el oeste de Europa, derivaron en un tiempo más seco y cálido de lo normal, lo que provocó "condiciones de sequía severa", según concluye el Servicio de Monitorización de la Tierra de Copernicus (CLMS), el sistema de observación satelital de la UE y la ESA.
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