Tras la batalla de Jemmingen, que enfrentó en 1568 a los rebeldes holandeses con el ejército de la Monarquía Hispánica que dirigía el duque de Alba, cuyos Tercios se impusieron totalmente, el bronce de los cañones capturados se fundió para hacer una estatua del duque. Ubicada en Amberes, medía 5 metros y su autor fue Jacques Jonghelinck, pero al final el gobernador Luis de Requesenes ordenó retirarla, ya que humillaba a los holandeses y retratarse en vida era una prerrogativa real (ni siquiera Felipe II tenía una allí).
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