Para llegar a esta conclusión se analizaron datos de un estudio longitudinal llevado a cabo entre 2002 y 2007 con 3.530 estudiantes de enseñanza secundaria de ambos sexos (51,3 % de chicos y 49,7 % de chicas) y sus padres en Baviera (Alemania), donde se tenían en cuenta los resultados en matemáticas en relación a la expectativa de los padres. Los estudiantes sacaban mejores notas cuando las expectativas de los padres eran más realistas, en vez de exageradas.
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