El sistema estadounidense de guardias bebió de médicos alemanes y austríacos, especialmente en Viena, a finales del siglo XIX. Halsted no sólo se llevó de Europa el aprendizaje del sistema de residencias, también se trajo una adicción a la cocaína, cuyos efectos intentaría paliar años después aficionándose a la morfina. Así, y como cuentan en el diario científico, muchos aspectos del programa de Halsted fueron cuidadosamente diseñados para ayudarlo a ocultar su adicción y optimizar simultáneamente la atención a sus pacientes.
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