Este trastorno aparece en los últimos años de la adolescencia y en los primeros de la vida adulta. Suele tener un inicio repentino y puede durar días o semanas. Los síntomas no son simulados o inventados por el paciente pero los exámenes médicos no detectan alteraciones y los síntomas tienen un origen psicológico. Estos síntomas pueden incluir parálisis, debilidad muscular, alteraciones del equilibrio, pérdida de sensibilidad táctil, afonía, ceguera, sordera entre otros. La identificación se basa en la observación de la conducta de la persona.
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