La inscripción resultó ser obra de un filósofo epicúreo llamado Diógenes de Enoanda. Resulta que este Diógenes, de quien prácticamente no se sabe nada salvo lo revelado por la propia inscripción, debió ser lo suficientemente rico como para adquirir una gran extensión de terreno en su ciudad. En ese terreno hizo construir una plaza adornada con estatuas y, en ella, una estoa (un edificio porticado y alargado con columnas) de 80 metros de largo, en el cual esculpió un resumen de la filosofía de Epicuro.
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