Viendo que los pastores de la Iglesia habían perdido el norte y, lógicamente, sus rebaños se habían desviado de la senda del Señor, se extendió por Lombardía, algunos zonas de los Pirineos y, sobre todo, en el Languedoc una corriente filosófico-religiosa, calificada por la Iglesia como herética, que propugnaba la vuelta a la sencillez de las primitivas comunidades cristianas… eran los llamados cátaros (del griego “katharos” que significa puros), albigenses (por la ciudad de Albi) u hombres buenos.
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