Un nuevo estudio sobre una institución pública estadounidense muestra hasta qué punto puede corromperse una institución, y no es solo culpa de los malos líderes y de su cohorte. El rector ha elegido a su equipo basándose en sus preferencias personales, no necesariamente en el interés de los estudiantes, el de la facultad o el del personal. Los cursos se reparten como le interesa. Si caes bien...
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