Si alguien con quien estás comiendo ha pedido un plato que en realidad te gusta más y ahora te arrepientes, tienes futterneid. Si no puedes contener la emoción cuando ves unas ruinas históricas, sufres de ruinenlust. Y así término tras término. ¿Por qué los alemanes tienen palabras para todo y consiguen condensar en términos específicos cuestiones complejas que en otros idiomas requieren párrafos llenos de explicaciones? Para una persona que viene de las lenguas romances, la cuestión parece magia.
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