Bone parece a primera vista el sueño que podría tener un niño, con sus protagonistas con alma de cartoon dibujados con trazos sencillos, su frecuente recurso al slapstick de caídas, golpes y carreras, o sus chistes visuales de humor blanco que invitan a la carcajada (el mítico «¡estúpidas, estúpidas mostrorratas!»). Pero es algo más que eso. Bone es más bien el sueño que podría tener un adulto recordando inconscientemente la imaginación desbordante y el sentido de la maravilla que solo poseen los niños
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