Si todo escritor-traductor quizás esté probando, ensayando, al traducir, en cierta medida invisible, incluso inconsciente, su propia escritura, en el caso de Borges eso parece mucho menos inconsciente e invisible. Si todo traductor inexorablemente imprime, en cierta medida, rasgos de una poética propia a los textos que traduce, Borges sobreimprime clara y deliberadamente una poética suya a la del escritor cuya obra traduce.
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