Que los días tienen 24 horas es una convención establecida hace mucho tiempo, que además está relacionada con el movimiento de rotación de la Tierra. Ya Plinio el Viejo lo expresaba como un hecho que no dejaba lugar a dudas: El mundo así formado no está en reposo, sino que gira eternamente con una velocidad indescriptible, ocupando cada revolución el espacio de 24 horas: la salida y la puesta del sol no dejan lugar a dudas. Si el sonido de esta vasta masa que gira incesantemente es de un volumen enorme y, por consiguiente, está más allá...
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