No importa lo que creamos o lo que digamos, todos, absolutamente todos, somos racistas. Es lo que sostienen muchos neurocientíficos, como David Amodio. Averiguar nuestro grado de racismo es relativamente fácil: solo debemos someternos a un Test de Asociación Implícita para separar los pensamientos conscientes de los inconscientes. En base a la velocidad de categorización de una persona en cada una de estas variantes se determina su grado de prejuicio implícito.
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