Qué se puede decir de Bergman que no se haya dicho, para bien y para mal, tan amado como odiado por los espectadores, cinéfilos, cineastas y críticos. Nada nuevo. Pero déjenme que vaya este pequeño homenaje para recomendarles que intenten someterse al, a mi parecer, maravilloso mundo de ensoñaciones y realidades, de fantasías en las que el pasado se recuerda con melancólico erotismo y el presente se enfrenta con miedo y relojes que pierden sus agujas, apresurando así el tiempo, tan vago y fútil, por ni siquiera llegar, tan solo por mantenerse.
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