Hoy en día, la colaboración con la CIA ocurre abiertamente, y el público tiene el cerebro demasiado lavado como para siquiera reconocer esto como algo escandaloso. Medios inmensamente influyentes como The New York Times pasan acríticamente la desinformación de la CIA que luego es considerada como hechos por los profesionales de las noticias. Por ejemplo, el único propietario de The Washington Post es un contratista de la CIA, y WaPo nunca ha revelado este conflicto de intereses cuando informa sobre las agencias de inteligencia estadounidenses.
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