No hay dinero para acometer las numerosas y urgentes tareas que requiere la conservación de nuestro patrimonio audiovisual, aunque si lo hubo para gastar 23.6 millones para una nueva sede. Pero hay otros insectos mucho más peligrosos que vienen atacando desde hace tiempo a la pobre Biblioteca Nacional, perdón, a la Filmoteca Española. El primero, la falta de presupuesto. O el último, el desinterés de los políticos… o la consecuencia de todo ello.
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