En la localidad colombiana de Medellín, antaño de mala fama y hoy un lugar seductor, hay un curioso y pintoresco castillo que parece sacado de un cuento de hadas. No es medieval, obviamente, sino del primer cuarto del siglo XX, de estilo neogótico. En 1943 pasó a manos del industrial Diego Echevarría Misas, que lo embelleció añadiendo jardines. La trágica historia de esa familia provocó que el inmueble fuera donado como centro de arte a la ciudad, de la que hoy es uno de sus rincones más fascinantes.
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