Durante el siglo XVIII, los tiburones de África pidieron amablemente al parlamento británico no acabar con el tráfico de esclavos, denunciando a los "locos desvaríos del fanatismo abolicionista" y confiando en que no dejarían morir de hambre a los leales súbdito de su majestad, ya que contaban con la "sabiduría y sentimiento de compañerismo" de la Cámara de los Lores. Al fin y al cabo, los tiburones deben actuar con unidad. Esta era una carta satírica republicada en Edimburgo, Filadelfia, Nueva York y Salem y escrita por James Tytler.
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