Mi admirado don Andrés M. López Obrador. Le escribo esta epístola confiado en el grandioso amor que ambos profesamos a la hermosa Méjico. Mire Vuesa Merced. No es nada nuevo para España que la voz de la animadversión y los tópicos difundidos por la Leyenda Negra, –que acechan constantemente y nunca prescriben–, emerjan de vez en cuando atizados por vientos populistas, que son fáciles de establecer y difíciles de destruir
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