La vaca vianesa, la oveja xalda o el porco celta podrían extinguirse de no ser por unos pocos ganaderos que crían razas en peligro de extinción y se aseguran de que los animales disfruten de una vida al aire libre y sin estrés. Este tipo de ganadería apuesta por razas autóctonas están aclimatadas a su orografía y meteorología. La mezcla entre el menú que comen los animales y su propia genética hace que un filete de vaca pirenaica no sepa ni de lejos igual que una andaluza, o que un cordero asturiano sea mucho más suave al paladar .
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