El carbono radioactivo liberado en la atmósfera a partir de las pruebas de bombas nucleares del siglo XX ha llegado a las partes más profundas del océano. Un nuevo estudio en la revista Geophysical Research Letters presenta la primera evidencia de carbono radioactivo proveniente de pruebas de bombas nucleares en tejidos musculares de crustáceos que habitan en las fosas oceánicas de la Tierra, incluida la Fosa de las Marianas, el punto más profundo del océano.
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