Todos tenemos sesgos y prejuicios, y resulta difícil erradicarlos. Uno de estos sesgos más poderosos se centra en todo cuanto tenga relación con el rostro de las personas: su belleza, su color, su regularidad, etc. El estudio más reciente al respecto, realizado por la Universidad de Princeton (EEUU) y la Universidad de Radboud Nijmegen (Países Bajos), tiene que ver precisamente con la familiaridad de los rostros que nos rodean. Los más tradicionales, al parecer, son los que nos suscitan mayor grado de confianza.
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